viernes, 5 de noviembre de 2010

El nuevo Arequipazo PARTE IV

En Arequipa se viene gestando una nueva revolución económica y social. Los tres centros comerciales que tendrá a finales de este año son solo una señal, y el “comienzo” para una región en la que se invertirán US$ 7.000 millones en el próximo lustro. Los retos también son muchos.



Por David Rivera y Christian Navarro

De otro lado, Juan Manuel García Calderón, director general de Tecsup Arequipa, institución especializada en la formación de carreras técnicas, dice que en el caso de la construcción civil la demanda de mano de obra ha superado a la oferta. En esta actividad, se está trayendo a la mayor parte de trabajadores de Lima, del norte del Perú, de Cusco y de Puno. “Es un sector en el que hay pleno empleo”, dice Raúl Castro, de la oficina del Banco Central de Reserva (BCR) en la Ciudad Blanca.

En el sector de ventas minoristas se ha producido un fenómeno curioso: tal es la demanda, que las tiendas se han comenzado a jalar a los “ventanilleros” de los bancos. “Son perfectos cajeros para las tiendas de este tipo. Los están tentando”, dice una fuente cercana a este sector.

Finalmente, otro dato para destacar. Según varias fuentes, no es posible encontrar empleadas del hogar. Todas prefieren dedicarse al comercio y al agro. Una señal que apunta a una ciudad con pleno empleo, como Trujillo e Ica, desde hace tiempo.

La energía del volcán

Y esta situación da para más. “Con los proyectos mineros que están por salir está comenzando a haber una suerte de inmigración, la gente está regresando a sus ciudades. Antes e iban a Lima por una mejora, y hoy están regresando por la minería”, señala. El 70% de los egresados de Tecsup Arequipa trabaja en la minería. Tal es la demanda por estos trabajadores especializados que también existe demanda de las mineras del norte de Chile. “Se van muchos y nosotros también les estamos dando servicios a las empresa de allá, consultorías a empresas como Codelco, Anglo American y BHP Billiton. Chile tiene el mismo problema que el Perú, no hay gente con especialidad. Puede haber ingenieros, pero especialistas, pocos”, señala.

La Cámara de Comercio e Industria estima una inversión de US$ 7.000 millones en grandes proyectos para los próximos cinco años. Según el Ministerio de Energía y Minas, hay proyectos mineros por US$5.230 millones en la región, entre los que destacan el proyecto de hierro Pampa de Pongo, en Caravelí, propiedad de la china Nanjinzhao Group, con inversiones estimadas de US$ 3.280 millones; Tía María, de Southern Peru, por US$ 950 millones; y la ampliación de Cerro Verde, por US$1.000 millones. Y los que vienen en Apurímac (Las Bambas), Cusco (Antapacay) y Moquegua (Quellaveco), por US$ 14.500 millones, es muy probable que demanden más servicios de la Ciudad Blanca, y que los ingresos de sus trabajadores sean gastados allí. Según Castro, del BCR, el comercio se va a dinamizar en la región, producto de la carretera Interoceánica Sur, por las posibilidades de intercambio comercial con Brasil y el estado de Rondonia; mientras que todo parece apuntar a que el Colca se convertirá en el siguiente Urubamba, pues varias empresas del rubro hotelero ya han mostrado su interés en arribar a ese destino. De otro lado, el gasoducto del sur hará más competitiva a la industria arequipeña y la construcción de una planta petroquímica le meterá otro empujón a la economía. A su vez, la ampliación de la planta de cementos Yura, del grupo Gloria, le permitirá cubrir toda la demanda del sur y exportar cemento a Brasil; Tisur invertirá US$ 100 millones en potenciar el puerto de Matarani; en tanto que el proyecto de irrigación Majes Siguas II habilitará poco más de 30.000 hectáreas para la agroexportación.

Todo eso lleva a pensar que Arequipa tomará una mayor dimensión e importancia en la economía, consolidándose como la segunda ciudad del Perú.

¿Una nueva Arequipa?

El problema es que si bien estos proyectos crean una gran expectativa, también generan una gran preocupación: Arequipa estaría al borde del colapso en un futuro no muy lejano.

Morriberón, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa, se pregunta si la infraestructura será adecuada para viabilizar todas las grandes inversiones que están en marcha. Y no es una pregunta menor. Arequipa, a diferencia de Lima o de otras ciudades, no tiene cómo expandirse horizontalmente, está cercada por el Misti, el Chachani y el Batolito de la Caldera.

Por eso, hoy la respuesta es un no rotundo, y no solo para Morriberón, sino para casi todos en el ámbito privado.

Otro tema que tampoco deja de ser relevante en este contexto es el del aprovechamiento óptimo del agua en la región y la contaminación del río Chili. Hernán Vela, ex presidente de la Sociedad Agrícola de Arequipa y director de Semiagro, una empresa que importa y distribuye semillas, considera que la atomización de tierras que hay en Arequipa, con un promedio de 1,1 hectáreas por fundo cerca de la ciudad y 0,5 hacia el oriente, no representa un incentivo para tecnificar el riego, hoy mayoritariamente realizado por aspersión o inundación. Del mismo modo, Vela señala que el proyecto de tratamiento de aguas residuales de la ciudad, que ya cuenta con un expediente técnico —financiado por la minera Cerro Verde— y presupuesto del Estado y de la propia minera, se ha politizado, porque ningún alcalde quiere que su localidad sea el desagüe de la ciudad. Sin embargo, se trata de una cuenca ya contaminada y cuyos productos exportables, como la papa, la cebolla o los ajos, no pasarían los controles sanitarios de mercados exigentes como Estados Unidos, lo que impediría aprovechar los beneficios del tratado de libre comercio con ese país.

De ahí que una de las alternativas de solución a ambos problemas, la falta de infraestructura y la contaminación del Chili, sea mudar la ciudad a otro lugar. En el 2005, Gonzalo Galdos, director de la Escuela de Posgrado de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), presentó una propuesta en este sentido. “La idea es mudar la ciudad, fundar una nueva Arequipa, cerca de Majes, entre el valle de Vítor y el valle de Siguas, a 50 kilómetros de su actual ubicación. Llevar agua no sería problema y podrías hacer una ciudad totalmente ordenada, dejando la Arequipa actual como una ciudad-museo, para fines turísticos, como Toledo, Brujas o Cartagena”, señala.

Y es que, para Galdos, el próximo desarrollo de la segunda etapa de la irrigación de Majes debería contar con una ciudad que abastezca de mano de obra todos los proyectos agroindustriales que se ejecuta en esa zona. “Con eso la campiña arequipeña podría seguir desarrollándose y dejar de meterle presión a la urbe. Los que viven del agro podrían ir a la nueva Arequipa y llevar también una industria ligera, no contaminante”, añade.

Con ello, sostiene Galdos, Arequipa podría dedicarse a las actividades en las que realmente tiene ventajas competitivas: la minería y la industria asociada a ella; el turismo sofisticado, que aproveche el Colca, el Valle de los Volcanes y una ciudad-museo, dedicada a megaeventos y con una nueva cultura de servicio; los textiles a base de alpaca, y la agroexportación de frutales, una recomendación que consultores israelíes hicieron hace algunos años y que aprovecha la luminosidad, un cielo siempre despejado. No en vano, Vela dice que “el clima de Arequipa es un tesoro” que hace que, por ejemplo, la páprika se produzca con costos 30% menores que el estándar.

Volviendo a la propuesta de una nueva Arequipa, Quimera, que tiene a Galdos como director, ya ha comprado tierras en esta zona. Morriberón, al igual que otros empresarios arequipeños, reclama más liderazgo por parte de las autoridades y un mayor dinamismo, acorde con los tiempos que vive la región. Para darse una idea de qué modelo seguir en ese camino, tomó un avión y se fue dos meses a China, algo que da cuenta de la nueva actitud del empresariado characato. “Para que no me cuenten el cuento. Quería verlo con mis propios ojos”, se justifica. Descubrió allí las ciudades empresariales, zonas francas que pueden tener el tamaño de una provincia como la de Lima. Pero, a diferencia de China, Morriberón considera que ellos no necesitan las facilidades tributarias que se dan en el gigante asiático para promover la inversión. “Ni pensamos pedírselas al Gobierno central”, afirma. Arequipa tiene todas las condiciones para poder hacerlo. “Solo necesitamos infraestructura. Lo veo muy factible”. Le consultamos por quién lo hará, si ni el gobierno regional ni el local parecen saber cómo (ni por qué) hacerlo. “Si las cosas siguen así, tendremos que gestar el proyecto en la Cámara”, puntualiza.

Mientras tanto, las migraciones a la Ciudad Blanca continúan. Desde el avión que sale hacia Lima, es posible observar las nuevas invasiones de migrantes que trabajan temporalmente en el agro o en la construcción y que ya se están ubicando en el camino que da justamente hacia donde se debería instalar la nueva Arequipa. Una promesa, por ahora.

Fuente: poder360.com   15 de octubre 2010