OPINION

LA UNSA NECESITA NOVELISTA

Por: Luis Eduardo Daza


Mi paso por la Universidad San Agustín fue una verdadera aventura, no sólo intelectual, también emocional. Allí se gestaron mis más bellas ideas y se fraguaron mi lucidez y mi conciencia. Soy su producto, aún cuando algunos malos elementos salidos de allí planearon mi asesinato moral y profesional sin ningún éxito. Cada vez que paso por sus claustros mi corazón late exultante bajo mi pecho. Vivo y viviré enamorado de la Unsa, dado que allí aprendí a amar, a conocer y comprender el mundo y a luchar para intentar transformarlo, sin importar si en el camino tuve éxito o no. Sé que San Agustín representa un crisol de experiencias altamente emotivas para mucha gente que transita o ha transitado por allí, por eso creo que ya es tiempo que uno de sus hijos la retrate novelescamente y le añada una dimensión universal, tanto o mejor como lo hizo Vargas Llosa con San Marcos en “Conversación en la Catedral”.

Convertir un lugar descrito en la narración de una novela en museo literario no es exageración. Un crítico literario español, quien había estudiado con pasión y detenimiento la obra de Mario Vargas Llosa, vino a Lima exclusivamente a conocer los lugares por los que anduvieron los personajes de nuestro admirado escritor. Escribe con verdadera exaltación la emoción que le produjeron caminar por las calles miraflorinas (espacio recurrente en la obra vargasllosiana), y en esas caminatas, descubrir en cada rostro juvenil, el rostro de sus principales heroínas: Teresa, Helena, Aída. El mismo autor de este artículo ha realizado esa trayectoria y deja constancia de las insólitas emociones que se experimentan al recorrer el trajín de los héroes más significativos de las principales novelas del escritor peruano. La idea de convertir la casa donde nació Vargas Llosa en museo es sencillamente extraordinaria: habrá un torrente caudaloso de visitantes todos los días.

La Universidad de San Agustín tiene todos los requisitos para ser fuente de inspiración de un escritor talentoso, además de corajudo y perturbador. Escribir una novela que tenga como espacio a San Agustín no significa pasarle la mano, un escritor que se precie de tal, debe ser, ante todo, imparcial, a fin de que sus personajes no sean sus vulgares marionetas. Y no me cabe duda que en nuestra universidad tenemos héroes y antihéroes,

abundan las muchachas guapas, los soñadores idealistas que intentan cambiar el mundo, los catedráticos excelentes, pero también los que dan pena, los que dan náuseas, aquellos que se leen un libro y luego lo repiten en clases. Y también tenemos rectores y dirigentes estudiantiles, algunos audaces y brillantes, otros decadentes, laxos, ventrudos, alaracos. Un verdadero novelista es capaz de recorrer los espacios más recónditos, los huecos más inaccesibles de un lugar, pero también puede hurgar en los aspectos más íntimos del alma humana, sus grandezas, sus proezas, sus debilidades y sus miserias. Un verdadero escritor no concibe personajes buenísimos y personajes malísimos. Los personajes literarios de un gran escritor nos los muestran en su verdadera dimensión humana, sino reparen en el Raskolnikov de Dostoievski, un personaje que había hecho de la justicia social un motivo de su vida, pero termina asesinando a una usurera. Lo mismo pasa con los personajes de Vargas Llosa, Santiago Zavala, el de "Conversación en la Catedral", es un contestario e idealista que quiere mejorar el mundo, pero, curiosamente, planea con un amigo seducir a la sirvienta.

Yo no sé en qué andará Yuri Vásquez, extraordinario escritor arequipeño, egresado de San Agustín, sobre quien recae un importante premio nacional en narración. Espero que la vida no le reclame muchas obligaciones que le impidan producir. En mi opinión, él es el principal candidato para escribir la gran novela que San Agustín y Arequipa esperan. Probablemente pueda aparecer otro por ahí, en buena hora. Julio Ramón Ribeyro expresó, en 1950, que la gran novela de Lima la iba escribir Luis Loayza, se equivocó, en 1963 publican “La Ciudad y los Perros” de Vargas Llosa, una joya literaria que retrata a Lima mejor que un video: olores, sabores, actos de heroísmo, envidias, celos, lealtades y traiciones, vivezas y criolladas, sumisión y muerte; una síntesis provocadoramente auténtica y persuasiva de lo que es una ciudad. Al momento de escribir este artículo probablemente alguien esté realizando esfuerzos creativos que pinten a ese microcosmos social que es San Agustín: blancos, mestizos, indios puros, cholos, negros, cabeceados, inteligentes, fronterizos sospechosos, etc. Ya es tiempo que nuestra primera casa de estudios y Arequipa sea condensada en un libro que suscite las mejores emociones y que la eleve a la categoría de claustro secular.

Fuente: Columna de Opinión, Diario el Pueblo 29 de diciembre